
Daniel Noboa (centro) y su esposa, Lavinia Valbonesi (izquierda), durante una ceremonia en el Palacio Presidencial de Carondelet, el 15 de abril en Quito, Ecuador.
Este mes se cumplió un año de la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador, desatada por el asalto de la policía ecuatoriana a la embajada de México en Quito, la capital del país, para llevarse al exvicepresidente Jorge Glas, acusado de corrupción. La operación, ordenada directamente por el presidente, Daniel Noboa, buscaba evitar que Glas fuera trasladado a Ciudad de México, que le había abierto la puerta del asilo político. Tras la declaración formal de ruptura, no ha habido muchas más novedades en la relación binacional. Salvo las repetidas negativas del Gobierno ecuatoriano a conceder un salvoconducto a Glas, a petición de la cancillería mexicana, para salir de la cárcel por motivos médicos. O la imposición, casi meramente simbólica, de aranceles a las exportaciones mexicanas a Ecuador, que penas suman un 1%. Pero tras este año de calma tensa, los choques han vuelto a subir de nivel durante la última semana. La reelección de Noboa, que arrasó en las urnas el domingo pasado, y sus últimos ataques a México han avivado la crisis diplomática.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, se pronunció este miércoles sobre los resultados electorales y dejó muy clara su postura: “Nosotros para empezar no tenemos relaciones con Ecuador ni las vamos a seguir teniendo mientras Noboa ejerza el cargo de presidente, porque él fue el responsable de la invasión a la embajada de México, a nuestra soberanía”. Sheinbaum calificó el triunfo electoral de Noboa como “muy dudoso”, alegando que el candidato de Acción Democrática Nacional (ADN) nunca dejó su cargo de presidente mientras duró la campaña. Noboa sacó más más de 12 puntos de ventaja sobre la candidata correísta Luisa González, que denunció un fraude. Organismos internacionales, como la OEA (Organización de Estados Americanos) y la Unión Europea han reconocido desequilibrios en la contienda pero al mismo tiempo afirman que no son suficientes para cuestionar la legitimidad de la victoria.
Claudia Sheinbaum durante la Mañanera en la que aseveró que México no reanudará relaciones con Ecuador mientras Daniel Noboa sea el mandatario, el pasado 16 de abril.
De manera formal, la mandataria mexicana todavía no ha reconocido el triunfo Noboa, como tampoco ha hecho el colombiano Gustavo Petro. Ecuador atraviesa una inmensa crisis de violencia, que ha sembrado el caos en el país. El mandatario ha militarizado la seguridad e impuso un estado de excepción días antes de las elecciones. En ese clima de inestabilidad, un comunicado del Ejército ecuatoriano que alertaba esta semana del “traslado de sicarios desde México y otros países hacia Ecuador con la finalidad de realizar atentados terroristas contra el presidente y su gabinete” volvió a encender la mecha. La respuesta mexicana no tardó en llegar y este sábado la cancillería rechazó, mediante un breve comunicado, “tajantemente la reiterada e inescrupulosa creación de narrativas en comunicados oficiales que aludan a México como fuente de supuestos actos delictivos”.
La ruptura diplomática se dió el año pasado pero la tensión se venía fraguando tiempo atrás. Desde diciembre de 2023, México había dado refugio en su embajada a Glas, mano derecha derecha de Rafael Correa. Poco antes, en octubre, el entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, insinuó que la primera victoria electoral Noboa se había dado únicamente como consecuencia del asesinato del candidato Fernando Villavicencio. Ecuador había respondido declarando persona non grata a la embajadora Raquel Serur. La Embajada en Quito llevaba horas sitiada por la policía ecuatoriana la noche del asalto. La líder de la misión diplomática ya se encontraba fuera cuando coches blindados irrumpieron en la legación tratando a golpes al personal consular y arrestando a Glass.