De los gatos a los camellos, aquí desmentimos algunas de las creencias más populares sobre el reino animal a partir de las evidencias científicas disponibles hasta la fecha con motivo del Día Internacional de los Derechos de los Animales.
La búsqueda del origen natural del coronavirus ha llevado a los científicos hasta las colonias chinas de murciélagos. Temidos por su capacidad de contagiar la rabia, estos mamíferos arrastran desde hace décadas una mala fama que se ha acentuado durante la pandemia y que pone en peligro el estado de conservación de algunas de sus poblaciones.
Conocidos dentro y fuera de la ficción como chupasangres por el popular mito del vampiro, los murciélagos no son los únicos afectados por las creencias que circulan sobre ellos. Con frecuencia, los hechos y las leyendas urbanas sobre el mundo animal se confunden de tal modo que resulta difícil distinguir qué es real y qué no.
Con motivo del Día Internacional de los Derechos de los Animales, que se celebra cada 10 de diciembre por iniciativa de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde Newtral.es desmentimos los mitos y falsas creencias, instalados en el imaginario colectivo, que acompañan a algunas de las especies y marcan la imagen que tenemos sobre ellas.
No hay evidencias de que todos los animales se contagien del coronavirus
El origen del SARS-CoV-2 aún se está estudiando, pero las investigaciones publicadas hasta la fecha, analizadas y validadas por la comunidad científica en un proceso de revisión por pares, apuntan a un origen natural de la enfermedad, que habría saltado de animales a humanos.
En un trabajo publicado en la revista Nature un equipo internacional de científicos reconstruye el árbol genealógico del SARS-CoV-2. Uniendo estos nuevos resultados a lo ya conocido, Maciej F. Boni, de la Universidad del Estado de Pensilvania (EE UU), explica en este artículo de la agencia de noticias Sinc que el escenario más probable es que el virus de una población de murciélagos de la provincia de Yunnan, en el sureste de China, “de donde proceden los virus con parentesco más próximo” al SARS-CoV-2, contagiara directamente a humanos.
Desde los visones a los felinos, otros animales también han dado positivo por coronavirus, según la OMS. “Sin embargo, no todas las especies parecen ser susceptibles de contagiarse al SARS-CoV-2. Hasta la fecha, los hallazgos de los estudios experimentales de infección muestran que las aves de corral y el ganado no son susceptibles a la infección”, aclara la Organización Mundial de la Salud Animal (OIE).
En el caso de las mascotas, “hasta donde yo sé, no hay informes de transmisión de animales a humanos”, explica a Newtral.es la bióloga de la Universidad de California Joana Damas, una de las autoras del estudio de análisis computacional sobre los animales que pueden infectarse de coronavirus, publicado en septiembre en la revista científica PNAS. “Hay un estudio sobre el posible contagio de visones a humanos. Estos animales son domesticados para la cría de pieles, pero no son mascotas”, añade.
En un informe actualizado el pasado mes de septiembre, la OIE también indica que, si bien los gatos domésticos y los perros pueden infectarse, no hay evidencias de que estas mascotas contagien la COVID-19 a personas.
Ni el tiburón ni el león: los animales que más seres humanos matan son los mosquitos
En lo que llevamos de 2020, los tiburones han acabado con la vida de al menos a 7 personas en Australia, según informan las organizaciones ecologistas del país. Retratados en la gran pantalla como los animales más letales del océano, estos escualos pueden parecer una gran amenaza para el ser humano. Algo similar ocurre con el león o la serpiente, que generan mayor miedo que los animales que matan a más personas cada año: los mosquitos.
Según informa la OMS, se estima que la malaria, una infección parasitaria transmitida por mosquitos anofelinos, provoca cada año más de 400.000 muertes. La mayoría de las muertes ocurren en menores de 5 años.
“Más de 3.900 millones de personas en más de 129 países corren el riesgo de contraer dengue, la infección vírica más frecuente transmitida por mosquitos del género Aedes, y se estima que cada año se registran 96 millones de casos sintomáticos y 40.000 muertes”, señala la OMS.
Entre las otras enfermedades víricas de transmisión vectorial se encuentran la fiebre chikungunya, la fiebre por el virus de Zika, la fiebre amarilla, la fiebre del Nilo Occidental y la encefalitis japonesa (todas ellas transmitidas por mosquitos).
Los camellos no guardan agua en sus jorobas
Los camellos son seres con una resistencia extraordinaria a las condiciones climáticas extremas. Desde hace años, circula la creencia de que los camellos tienen en sus jorobas reservas de agua que les permiten sobrevivir en la sequedad del desierto. Pero es falso.
“En la joroba almacenan grandes cantidades de grasa, nada de agua. Esta grasa le da al animal energías para gestionar el agua en el desierto, en el que hace mucho calor de día y mucho frío de noche”, explica a Newtral.es Juan Vicente Delgado, Catedrático de Genética de la Universidad de Córdoba e investigador responsable del proyecto europeo sobre camélidos Arminet2-Caravan.
“En resumen, la grasa de la joroba les permite a los camellos una mejor adaptación a los cambios en el clima”, señala el experto.
Los perros no ven la vida en blanco y negro
Una de las leyendas urbanas que circula sobre los perros es que solo pueden distinguir entre el blanco y el negro. Para comprobar qué colores perciben realmente estos animales, investigadores japoneses de la Universidad de Azabu entrenaron a dos hembras de la raza Shiba usando un método de condicionamiento operante. Es decir, los animales tenían que elegir una tarjeta de un color determinado para obtener comida a cambio.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Animal Science Journal, muestran que “la visión del color de los perros está relativamente desarrollada y que los perros son capaces de discriminar entre los tres colores primarios y el gris”.
Asimismo, en una investigación publicada en 2013 en la revista Proceedings of the Royal Society B, científicos rusos comprobaron que, al menos entre un pequeño grupo de ocho perros, los animales eran mucho más propensos a reconocer un trozo de papel por su color que por su nivel de brillo.
La comparación entre un año humano y siete años de perro es inexacta
Cuando se habla de perros, es común escuchar que “un año de vida perruno equivale a 7 años humanos”. Pero esta equivalencia de edades es inexacta y “depende de si se consideran los cambios fisiológicos (del aspecto del animal) o epigenéticos (que no cambian la secuencia del ADN pero que pueden activar o desactivar ciertos genes)”, explica a Newtral.es el zoólogo alemán Hubert Ludwig, quien cita una investigación publicada en la revista Cell Systems.
En esta publicación, los investigadores hacen un análisis comparativo de la epigenética de los animales y los humanos, que sirve como marcador biológico para estudiar el envejecimiento. Los científicos observaron que las primeras ocho semanas de vida de un perro (de la raza labrador) son comparables a los primeros nueve meses de la infancia humana, pero esta proporción “no es lineal”, cambia con el tiempo y puede variar en función de la especie. Por lo que es “inexacto” decir que un año de perro son 7 humanos.
¿Se enfurecen más los toros con el color rojo?
Del tradicional uso del capote rojo para provocar la embestida de los toros nació probablemente la creencia de que dicho color enfurece más a estos animales. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre ello?
Según recoge la revista científica Scientific American en este artículo periodístico, algunos estudios indican que el ganado “puede discriminar el rojo del verde y el azul, pero no el verde y el azul entre sí. Además, los investigadores han observado que los toros son más activos y despiertos con la luz roja que con la azul o la verde”.
La profesora titular del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León Marta Elena Alonso de la Varga, que lleva años estudiando los toros de lidia, explica a Newtral.es que en una investigación publicada en la revista Applied Animal Behaviour Science, en el que ella participó, se observó que “las hembras de los toros de lidia son capaces de distinguir colores cálidos como el rojo, el amarillo o el naranja de la escala de grises. No obstante, no pueden distinguir otros como el verde oscuro o el azul”.
“Pero no hay evidencias científicas que demuestren que los colores cálidos les enfurecen más. Solo se ha probado que son capaces de distinguirlos”, destaca la investigadora.